Cada año terminan en la basura 7,7 millones de toneladas de comida apta para el consumo. La cifra merece un análisis profundo, sobre todo en tiempos de crisis, donde tantas personas pasan dificultades económicas. La mayor parte de estos alimentos son desechados por considerarse sobras, por una conservación inadecuada, por estar caducados o por el simple hecho de cocinar en cantidades excesivas.
En este sentido, y con la intención de aportar información al respecto, merece dejar claro el significado de los términos “Fecha de Caducidad” y “Consumo Preferente”. Aunque la diferencia parece clara, suele generar confusión entre los consumidores incitando a desechar ciertos productos, por pensar que suponen un riesgo para la salud cuando aún pueden ser consumidos.
Fecha de Caducidad
Se trata de la fecha, a partir de la cual, un producto no debe ingerirse por seguridad alimentaria. Son alimentos de elevado riesgo que pueden suponer un peligro para la salud tras un periodo corto de tiempo. Un ejemplo de productos con fecha de caducidad en su etiquetado son las carnes y pescados envasados al vacío.
Fecha de Consumo Preferente
Tiempo durante el cual el producto mantiene intactas sus propiedades de sabor, olor y textura. Transcurrido este periodo, y siempre que se hayan mantenido adecuadamente conservados, podrán verse afectados en sus características, pero no han de suponer un riesgo para la salud. Es el caso de productos con poca agua como el aceite, las legumbres o los cereales, los deshidratados (purés o sopas) y los huevos.
Normativa en relación a los Yogures
El gobierno, en su estrategia para aumentar la cantidad de alimentos y reducir los desperdicios, estudia dónde y cómo se producen estos desechos de alimentos a fin de elaborar una guía de buenas prácticas y establecer medidas correctoras.
Un ejemplo es la normativa relacionada con los yogures. En 2013 se publicaba en el BOE una iniciativa destinada a evitar que los yogures se tirasen a la basura cuando todavía eran aptos para el consumo. A partir de ese momento, cada fabricante, en lugar de indicar una fecha de caducidad de 28 días desde su fabricación, establece la fecha de consumo preferente que estima más adecuada a cada producto.
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